viernes, 11 de febrero de 2011


Dedico esta entrada al periplo que vivimos en torno a la compra de nuestra casita. El texto lo escribí el día que ganamos el préstamo para la compra de Vivienda usada del MVOTMA. Otro, que escribí cuando encontramos la casa que queremos comprar -y nos dimos cuenta que no podíamos pagarla- vendrá en una próxima entrada. Como en toda película berreta, LA BUENA NOTICIA ESTÁ AL FINAL, PERO HAY QUE LEER TODO PARA LLEGAR A ELLA...
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Pfff...

Es muy dificil que yo me quede sin palabras. Hoy estoy lleno de palabras pero no creo que ninguna sea la indicada. Pero si no uso las palabras la emoción se me va a salir por los poros, o por las lágrimas y mocos que todavía salen de mi cara. En fin, ahí va.

El día empezó bien. Siempre me gustó que lloviera, y hoy diluviaba. A las dos de la tarde salí del laburo y a las tres empezaba el sorteo. Ni tiempo para ponerse nervioso. Mejor. Pasé por una confitería para comprarme una empanada, y el tipo me recibió con la buena noticia de que justo hoy, después de meses de no hacer, habían hecho empanadas caprese, mis favoritas. Salí chocho y cuando llegué a la parada el bondi llegó junto conmigo, no tuve ni que esperarlo. Me senté, saqué un librazo que estoy leyendo, y en ese momento sospeché. Todo iba demasiado bien. Las cosas iban a mi favor.

Por deformación profesional no creo en la suerte ni en el azar ni en las señales ni en ninguna de esas cosas; pienso que las casualidades existen y son maravillosas justamente porque son casuales. Pero cuando todo sale bien, sospecho que todo va a salir mal. No puedo evitarlo. Y pensé "mierda, hoy no sale".

Llegué a la IMM con veinte minutos de adelanto. Me senté en el salón azul que se empezaba a llenar de gente, y para aguantar el cagazo inmundo que sentía, me puse a leer el libro, sin entender muy bien lo que decía. Leti no había podido zafar del laburo, por lo que estaba solo en el asunto. Mi vieja se había ofrecido a acompañarme y María Lucía también, pero yo quise padecer solo la agonía de la espera. Gonzalo llegó de imprevisto, y junto con él Erlich, el ministro de Turismo y otro tipo más. Mensaje de María Lucía, mi respuesta: maten a Erlich. Hablaba y hablaba, y yo lo único que entendía es que eran tres y media y todavía no había habido sorteo alguno.

No imaginaba la tortura a la que estaba a punto de someterme: luego de que hablaron los tres, anunciaron que iban a poner adentro de una pecera UNO POR UNO los 860 simpáticos llaveritos del MVOTMA, los cuales contenían cada uno el número de sorteo asignado a cada familia. De esos 860 sólo se sortearían 150.

Empieza el conteo. Uno por uno leyeron los números y nombres correspondientes a cada uno de los 860 llaveritos. Algunos errores en el medio, gente que preguntaba si ya la habían nombrado, uruguayos que seguían llegando tarde. Gonzalo que me abandona. Me quedo solo. Me hago pichí. Quiero asegurarme que mi número esté, pero me hago pichí. Cuando llegan al 35621, leen "Andrés Alba PetinGUI". "Apellidos de mierda", pienso yo; como siempre pronunciaron mal el segundo y se pensaron que el primero era mi segundo nombre. Mientras corro al baño para no mearme arriba, pienso que si creyera en las señales, esa hubiera sido considerada por mí una buena señal.

Vuelvo. Siguen. Pasan las horas. Miro a mi alrededor, desistiendo del libro. Veo a un montón de gente. En sus caras, las mismas ilusiones, las mismas esperanzas, los mismos miedos. "Todos se lo merecen", pienso. Pero quiero ganarlo yo.

Puteo porque la gente lleva a los bebés a esas situaciones. Más o menos sesenta niños que se ponen a llorar al mismo tiempo. Cuando estoy a punto de cometer infanticidio llega Leti. Alegría inmensa. Ya no estoy solo.

A las 17:30 empieza por fin el putísimo sorteo. Mi estado ya era indescriptible. No podía pensar claramente en nada. Leticia me apretaba la mano. Empiezan los números. Uno, dos, tres, diez, veinte, treinta. Nada. Cada número es como un palo en el culo. 35690: estuvo cerca. Diez números más. 35916: mucho más cerca. La reputísima madre que los parió a todos, de verdad quiero esto, lo necesito, me lo merezco. La gente que gana festeja, los aplaudimos, la alegría por el otro es sincera, me emociono de verdad al ver a la gente ganar, porque los entiendo, y porque en el fondo sigo deseando que nos digan "es una joda, ganaron todos".

Pienso millones de cosas. Pienso en mi suegra, en Leti, en cómo la muerte nos dió esta vida, en los cuatro laburos que tengo, en la fuerza que tiene la mujer que me aprieta la mano y a la que amo de forma inabarcable. Pienso en esas maravillosas niñas que la vida transformó en nuestras hijas. Me desbordo. Avisan que ya pasaron los 100 números. La mano de Leti se afloja, y yo me cago. Me cago de verdad, porque ni siquiera preveo la posibilidad de irme de ahí con las manos vacías. Pienso en cómo nos costó conseguir la plata y los papeles para inscribirnos en el sorteo, en cómo festejamos cuando nos dieron nuestro número de familia: 35621. Qué lindo número. ¿Por qué mierda no lo nombran?

Una pareja adelante nuestro gana, y las cámaras van como zánganos hacia ellos, pisándome. Ni me entero.

Miro a Leti, Leti me mira.

35621.

Lo dijo. ¡Lo dijo! Mierda, ¿lo dijo? Abrazos, lloro, no puedo más. Me enchufan un micrófono en la cara, miro, no entiendo, ¿qué? ¿qué me estás preguntando? "Nos emocionaron a todos. ¿qué sienten?". No sé. Es inmenso. Esto es inmenso. La miro y la periodista, joven, de nuestra edad, llora. ¡Le salen los lagrimones! La gente aplaude. Entiendo que la gente entiende lo que esto significa. Que la periodista de verdad intuye que esto, para nosotros, es inmenso.

De ahí llantos, abrazos, llamados, "no puedo hablar, mamá". Todo termina y entramos de nuevo a preguntar, con vergüenza; nos da miedo habernos equivocado y que todo sea mentira.

Bajamos, Leti se iba para casa, yo tenía reunión en Juventud, no iba a ir pero fui porque había que compartir esto increíble que me había pasado, y ante todo, porque había que seguir laburando.

Ahora me entero que salimos en la tele. Me entero porque me llaman y me mensajean. Y la gente llora. Mil gracias por los llamados y mensajes. Estoy acá, feliz y desbordado, y ahora sí, me quedé sin palabras.

Abrazos a todos,

Andrés.-

(La foto es la de nuestro número de familia. Sacamos la foto cuando volvimos a entrar a preguntar si no nos habíamos equivocado, si de verdad habíamos ganado. La mano de la izquierda es mía, la de la derecha es la de Leti.)
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Publico esto con la buena noticia al final: conseguimos una casa. Los detalles de cómo la conseguimos vendrán en una próxima entrada, porque como siempre, no fue facil. Pero la conseguimos.

En el próximo mes nos van a comunicar del Ministerio la fecha de compra de la casa. Y en el momento de la compra tendremos que pagar cinco mil dólares. Que no tenemos.

Un poco por eso creo este Blog. Quizás alguien que lea nuestra historia cuente con ese dinero y pueda ayudarnos desinteresadamente. Yo devuelvo. Peso a peso. Pero necesito a alguien -o álguienes- que preste.

Gracias a todos por leer...

2 comentarios:

  1. Andres: seria bueno que dejaras tu contacto... para poder comunicarse contigo... besos!

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  2. Flaca, me pareció que como la gente puede comunicarse por acá, no era necesario... ¡Beso!

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